miércoles, 18 de mayo de 2011

Diversas maneras de encontrar, mantener y compartir la felicidad.


El Dalai Lama dice que todos tenemos una aspiración común: todos queremos ser felices; nadie quiere sufrir. Este deseo universal nos mantiene unidos. En algún momento nos damos cuenta que no importa que tan grande es nuestro cheque semanal, no importa cuántos títulos tengamos, no importa qué tan bonita es nuestra casa y qué tan blanca es la cerca que la rodea. Nada de esto asegura la felicidad.

¿Qué es lo que trae la felicidad ante cualquier circunstancia? El Poeta Sufi Rumi nos dio una clave cuando dijo: “Trabaja tan duro en el mundo invisible como lo haces en el visible”. El mundo invisible está dentro de ti y es donde reside la verdadera felicidad.

Aquí hay unas sugerencias para trabajar en el mundo invisible:

Mira de cerca que es lo que causa que la felicidad no perdure. Comprar un nuevo suéter te hace sentirte bien por un momento, pero si lo miras más de cerca, tarde o temprano las cosas nuevas pierden su encanto, se vuelven viejas y mundanas. Refuerza en tu mente el hecho que la felicidad no es el resultado de acumular bienes.

Saborea el momento. Cuando un niño te da a un abrazo, vive la experiencia plenamente, está pendiente de cada detalle. Haz lo mismo en esa aburrida junta que te tiene al borde de quedarte dormido. Como dice el escritor Leo Buscaglia, “Braille your world”, lo que significa toca, explora y date cuenta de todo lo que hay en el presente. Poner plena conciencia en cada acto no significa que todo será siempre bueno, significa que estás atento de cómo son las cosas sin poner juicios.

Expande tu conciencia. Busca nuevas perspectivas retando a tus propias creencias. Expande tus horizontes preguntándote: Qué pasaría si…

Juega con la vida, entre el trabajo, la familia y la compra de comida, encuentra el tiempo para jugar. “Olvida” pasar por la tienda por la leche y ve que sucede, cómo lo resuelves. Practica la gratitud. Enfoca tu mente en todo lo que ya tienes, relega el sentimiento de necesitar más y dale su dimensión justa.

Sigue el camino del “sí”. Cuando la vida te pone algo enfrente, tómalo. Es mejor que darte de golpes en la cabeza contra la pared posteriormente.

Toma tiempo para reflexionar. Desde niños nos han preguntado: ¿Qué quieres ser cuando crezcas? Una mejor pregunta es: ¿Cómo quiero ser cuando crezca?

Vive tus valores. Después de reflexionar en tus valores personales, incúlcalos en tus acciones cotidianas. Sigue el consejo de Nietzche, “la vida es demasiado corta para aburrirnos de nosotros mismos”. Date el permiso de probar algo diferente sin obsesionarte en el resultado.

Escucha. Quita a tu mente de tus propios problemas, permitiendo escuchar a las necesidades de otros.
Mantente en el presente. Como ha dicho innumerables veces el monje Thich Nhat Hahn: cuando laves los platos, solamente lava los platos. Un hábito mental es ensayar lo que nos depara el futuro o recordar una y otra vez los eventos pasados. Este momento está en donde lo vives. Sonríe. Es una forma sencilla de cambiar tu paisaje interior y de conectarte con otros.

Ten presente que la vida es finita. No hay garantía que estarás aquí mañana. Tu vida es preciosa. Vívela plenamente. La felicidad está aquí, en este momento. George Bernard Shaw dijo: “la vida no es encontrarte a ti mismo, la vida es crearte a ti mismo”. Recuerda que no hay una fórmula mágica para “hallar” la felicidad; ésta se crea a través de ti.

Observa tu respiración. No es difícil observar cómo entra y sale el aire en nuestro cuerpo y además tiene un efecto poderoso. Úsalo para reenfocarte del frenético mundo externo hacia una actitud de atención plena.
Regala. Ya sea que regales tu tiempo, tu dinero, tu conocimiento, compartir transforma la mente.

Tu camino hacia la felicidad es solamente tuyo. Thomas Merton, monje católico, dijo: buscar a Dios es como buscar un camino en un campo cubierto de nieve; si no hay camino y tú no estás buscando uno, lo que haces es caminar sobre el campo y creas uno propio. Y es lo mismo con la felicidad, tú creas tu propia ruta.

Toma el viaje culposo. Sal y una noche y diviértete con una amistad. Hallarás que a tu pareja no le pasó nada por quedarse un rato a solas.
Pasa un tiempo en la naturaleza. Sal del mundo cubierto de luces y dividido en cubículos. Camina en los bosques, o por lo menos por una planta en tu oficina.

Ve a dormir temprano. Nunca subestimes el poder de un buen sueño.
Un proverbio polinesio dice acerca del estado de la humanidad: Estamos parados en una ballena y pescando pececitos. Lo que estás buscando – lo que todos estamos buscando – está muy cerca. La felicidad es la ballena debajo de tus pies.

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