domingo, 13 de noviembre de 2011

La conducta animal

Cuando los animales encuentran un problema nuevo que ni ellos ni otro

congénere han afrontado previamente, muestran por lo general poca o ninguna
 
capacidad de razonamiento para hallar una solución y se limitan a realizar
 
muchos movimientos en la esperanza de dar con algo que funcione. Sin
 
embargo, los animales están frecuentemente en posesión de patrones de

conducta que solucionan sus problemas cotidianos y de tal complejidad que
 
resulta difícil para los científicos materialistas determinar como el animal, sin
 
mente, pudiera haber llegado a adquirir tal patrón de conducta. Por ejemplo,
 
hay una especie de araña que consigue comida construyendo una telaraña

elástica, tirando del centro para darle forma de cono y soltándolo cuando un

insecto vuela cerca de forma que la telaraña se dispara y captura el insecto

(John Paul Scott, La conducta animal, p. 166).

La nutria marina que habita en la costa oeste de Norteamérica se sumerge

en busca de mejillones, almejas y langostas. Cuando vuelve a la superficie con

una de ellas, sube también una roca plana. La nutria se sitúa entonces sobre

su espalda flotando en el agua, coloca la piedra sobre su pecho, sujeta la

presa con ambas garras y la aplasta contra la roca hasta que la concha de su

presa se rompe (Ibíd., p. 167).

Algunos científicos materialistas teorizan que en el pasado alguna araña o

nutria hubieran dado con esos patrones de conducta "por azar" y luego los

mantuvieran por encontrarlos beneficiosos. La descendencia y otros individuos

cercanos a esa araña o nutria concretas podrían haber aprendido por imitación

dicha conducta. Existen, sin embargo, algunos patrones complejos que todos

los animales de una especie llevan a cabo incluso sin haber observado

previamente a otros miembros de su especie. Por ejemplo, la ameba es un

animal unicelular sin órganos sensoriales y, por consiguiente, no tiene medio

de observar a otras amebas. No obstante, todas las amebas se sirven de los

mismos procedimientos "inteligentes" para capturar comida. Si la presa está en

movimiento y, por tanto, es posible que escape, la ameba flota cerca y la

abraza holgadamente, sin tocarla, para no alertarla prematuramente. Por el

contrario, una presa inmóvil será estrechamente cercada. Si la presa se mueve

normalmente en un plano horizontal, la ameba la rodeará primero en ese plano

y luego cortará las vías de escape verticales (Margaret F. Washburn, La mente

animal, p. 39).

Algunos pinzones fueron separados de los demás recién nacidos y

criados en cautiverio. Si no eran expuestos al cielo nocturno a una edad

temprana, ignoraban en qué dirección viajar en el otoño. Si eran expuestos al

cielo nocturno o incluso al cielo artificial de un planetario a una edad temprana,

entonces eran perfectamente capaces de tomar el camino del sur en el

momento de la migración otoñal (Scott, pág. 238-239). Cómo encuentran los

pinzones el camino del sur, incluso sin ayuda de otros pájaros, sigue siendo un

misterio para los científicos materialistas.

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Otro ejemplo destacable de un patrón de conducta complejo que los

miembros de una especie llevan a cabo sin haber observado a otros animales

es la construcción de nidos por la gallina del eucalipto de Australia. El macho

excava un agujero en la arena a fines del invierno, lo rellena con vegetación y

lo cubre con un montículo de arena. La putrefacción de los vegetales calienta la

arena y la hembra acude al montículo, se aparea y pone un gran huevo

aproximadamente una vez por semana. El macho cubre cada huevo con arena

y visita el montículo diariamente, destapa el nido y comprueba la temperatura

introduciendo su pico abierto en la arena. Si ésta se calienta demasiado, el

pájaro abre el nido por la mañana temprano y arroja arena fría dentro del

mismo. A medida que avanza el verano la vegetación decae e irradia menos

calor, con lo que el pájaro amontona más y más arena para proporcionar calor.

Durante el otoño el suelo comienza a enfriarse y el ave mantiene el nido

caliente abriéndolo a mediodía y arrojando dentro arena calentada por la luz

solar. De esta forma el ave es capaz de mantener el nido a una temperatura

relativamente constante de unos 33º centígrados durante el largo periodo de

incubación. La gallina del eucalipto puede construir un montículo de arena de

quince metros de diámetro y un metro de alto en el proceso de incubación y

remover una buena parte de él diariamente. Cuando los polluelos eclosionan,

se abren camino a través de 60 ó 90 cm. de arena, abandonan el nido y se

adentran en la maleza en busca de comida. No permanecen en los alrededores

para observar las actividades de sus padres y no obstante, cuando los machos

crecen, llevan a cabo las mismas actividades que sus padres (Scott, pág. 271-

273).

Los clarividentes pueden ver una parte de la realidad que los científicos

materialistas no perciben y de esa manera los clarividentes pueden

proporcionar información acerca del origen de la sabiduría animal que tanto

confunde a los científicos. Según los clarividentes, cada animal tiene un espíritu

individual. Los clarividentes están de acuerdo con los científicos materialistas

en que los espíritus animales no han desarrollado el pensamiento y la

capacidad de resolver problemas. Los clarividentes perciben, además, que un

arcángel está asociado a cada especie o raza animal. El arcángel de la especie

está unido a cada miembro de la misma por medio de un cordón plateado

compuesto de materia del Mundo del Pensamiento. A través de este cordón el

arcángel puede enviar órdenes al animal acerca de lo que debe hacer en una

circunstancia dada. El arcángel está en contacto con la sabiduría cósmica y por

lo tanto puede establecer patrones de conducta que incorporen sabiduría para

los animales a su cargo.

Es el arcángel responsable de las arañas quien las guía en la

construcción y uso de sus inteligentes telas de araña. Es el arcángel

responsable de las nutrias marinas quien las guía en el uso de piedras para

romper las conchas de los mejillones. Es el arcángel responsable de las

amebas quien las guía en la captura de su comida. Es el arcángel responsable

de los pinzones quien les ayuda a determinar en qué dirección volar mediante

la observación de las estrellas. Es el arcángel responsable de las gallinas de

los eucaliptos quien las guía en la construcción y cuidado de sus nidos.

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El arcángel de cada especie diseñó los patrones de acción para esa

especie atendiendo a su bienestar. A veces los individuos de una especie

pueden encontrarse con circunstancias inusuales para las que no sirve el

patrón general de respuesta. Entonces los individuos necesitarían aprender

respuestas especializadas. Si un animal come un alimento en particular que le

produce una reacción desagradable, ese animal individual aprenderá a

mantenerse alejado de esa comida concreta. La guía de los arcángeles no

impide u obvia la necesidad de aprendizaje individual de los animales.

Una ilustración interesante del aprendizaje individual que ocupa a los

animales la proporciona la observación de la corneja, un pájaro de la familia de

los córvidos. Una corneja inexperta construyendo su primer nido recoge

inicialmente casi cualquier cosa, incluyendo pedazos de hielo, bulbos de poco

peso y ramitas inservibles. La corneja intenta imbricar un material nuevo en los

que ya forman el nido. Si no puede encajarlo, lo descarta. Los tipos de

materiales que han sido descartados una vez ya no son recogidos más veces.

La mayoría de las cornejas terminan por volverse especialistas, recogiendo

ramitas de sólo una especie de árbol que produce un material especialmente

bueno para su nido (John Alcock, Conducta animal, pág. 135-137).

Un niño pequeño necesita el cuidado de sus padres para asegurar la

obtención de lo necesario para vivir y mantenerlo fuera de peligro. Durante los

años al cuidado de los padres el niño está creciendo, desarrollando sus propias

habilidades y aprendiendo sobre el mundo de forma que será capaz en su

momento de cuidarse por sí mismo. Similarmente, en las eras en las que los

animales son guiados por los arcángeles, los animales también están

desarrollando sus capacidades de manera que en su momento dejarán atrás la

necesidad de dirección por los arcángeles. Los clarividentes pueden percibir

que los espíritus animales no son esencialmente diferentes de los espíritus

humanos. Los espíritus animales están simplemente menos evolucionados. Los

animales son pues verdaderamente nuestros "hermanos pequeños" y merecen

nuestro respeto y compasión.



REFERENCIAS


- Alcock, John. Animal Behavior. Sunderland, Mass.: Sinauer, 1975.

- Scott, John Paul. Animal Behavior. Chicago, Ill.: University of Chicago

Press, 1962.

- Washburn, Margaret F. The Animal Mind. New York: Macmillan, 1926.

 
 

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